En un período de profunda vulnerabilidad, tras el agravamiento de su lucha contra la anorexia nerviosa, la inigualable Karen Carpenter tomó la difícil decisión de distanciarse de la fama que The Carpenters le habían brindado. Se trasladó a Nueva York en enero de 1982 para dedicarse plenamente a su recuperación, asistiendo a terapia especializada hasta cinco veces por semana.
Fue en medio de este proceso, mientras caminaba por las calles de Nueva York, que ocurrió un encuentro tan inesperado como significativo. John Lennon, el legendario músico, se acercó a ella con una timidez sorprendente y le dijo: "¿Puedo decirte algo, mi amor? Tienes una voz increíble que me encanta".
Karen, en un torbellino de emociones y confusión, buscó claridad en su acompañante: "¿Qué quiso decir?". La respuesta la sacudió: "¡Lo que dijo es que eres asombrosa! ¡Es John Lennon!".
Este fugaz pero sincero halago se convirtió en un rayo de luz en los últimos y difíciles meses de la vida de Karen. Un testimonio del impacto de su talento, reconocido incluso por uno de los más grandes íconos de la música.