En el universo de la lucha libre, donde el dolor es fingido y las caídas son coreografiadas, la noticia de ayer nos recuerda que hay golpes que sí duelen y vacíos que ninguna máscara puede ocultar. El deporte de los costalazos viste hoy un luto profundo, pero silencioso, con el sensible fallecimiento de Doña Yldelfonsa Huerta Sánchez, a la edad de 80 años.
Doña Foncha, como era conocida con afecto, fue la madre biológica y la verdadera columna de acero de dos leyendas inmortales: La Parka (QEPD) y Taboo (QEPD).
Esta no es una nota más sobre un deceso. Es la crónica de la otra historia de la lucha libre, la que ocurre lejos de los flashes y el clamor de la arena. Si La Parka fue el estandarte de la AAA, el ídolo irreverente con el esqueleto más querido de México, Doña Foncha fue, sin duda, la matriarca inquebrantable de la dinastía Huerta.
La Fortaleza Tras la Máscara
Imaginen el peso que cargó esta mujer. Perdió a sus dos hijos luchadores, hombres que se entregaron en cuerpo y alma al peligroso arte del pancracio. En lugar de doblegarse ante el dolor, Doña Foncha asumió la dignidad de la pérdida. Ella se convirtió en el faro de una familia que ya había ofrecido dos vidas al entretenimiento extremo.
Su humildad y sencillez contrastaban con la grandilocuencia de la Arena, pero su espíritu era tan fuerte como el candado mejor aplicado. Ella fue el recordatorio viviente de que detrás de cada gran personaje hay una madre que reza, que sufre las caídas y que, al final, sostiene el legado.
En un deporte lleno de rivalidades y glamour superficial, Doña Yldelfonsa fue un tesoro de verdad y amor incondicional. Fue una madre ejemplar que inspiró valentía y fe, no con llaves ni con vuelos, sino con su inmensa entereza.
Hoy, la Parka y Taboo no están solos en el cielo; su madre, su mayor fanática y su más fuerte protectora, se ha reunido con ellos.
Desde Hermosillo, en el Recinto Funeral Latinoamericana, donde se llevan a cabo sus servicios, la familia Huerta despide a su pilar. Los luchadores, los promotores y los aficionados despedimos a la Madre Eterna de la Lucha Libre Mexicana.
Descanse en Paz, Doña Yldelfonsa Huerta Sánchez (1945 – 2025).
La campana toca diez veces por una guerrera fuera del cuadrilátero.